Berta Pallares (Universidad de Copenhague): «Alonso Zamora Vicente. Embajador de la lengua española en Escandinavia» (2016)
Don Alonso viajó a muchos lugares y como profesor visitó muchas universidades y muchos Institutos en los que se trabajaba con el español. En todos ellos fue embajador no solo de la lengua de su país al que amó hondamente, sino también de todos sus valores. Aquellos valores que recibió ya desde la infancia, pero sobre todo en aquella Universidad de la que tantas veces nos ha hablado.
Lengua y valores que le acompañaron siempre y que hoy nos acompañan a nosotros en su recuerdo. Nuestro mejor homenaje hoy será ser fieles a sus enseñanzas, a todas ellas, en su poliédrica dimensión. Don Alonso fue hombre de bien, consciente de su responsabilidad, conocedor de su oficio y consecuente con su tarea. Un hombre de vocación. Fue hombre de trabajo que regalaba humanidad, ejemplo de tolerancia entretejida con su ironía, tan cervantina.
Todos los que participamos en este recordarle hoy podemos sentirnos afortunados por haber sido y seguir siendo eslabones de la cadena que va forjando un maestro. Somos eslabones con distintos matices, pero el tono que hace armoniosa la cadena es la fidelidad a sus enseñanzas. A lo que ha dicho en una clase o en torno a una taza de café en cualquier parte, o en una conversación sobre cualquiera de las situaciones del momento, con sus escapadas al recuerdo, o a unos versos que se enlazaban en el contexto de la charla, o ante un cacharro de cerámica popular, ante todo lo que abarca su «palabras y cosas» y no solo de Libardón. A su palabra hablada o escrita. Siempre portadora de alguna enseñanza que nos hacía mejores. Digo un maestro. Hace muchos años escribí refiriéndome a don Alonso que profesores hay muchos, pero maestros, pocos. Así que los que hemos tenido un maestro como don Alonso somos afortunados. A mí me ha tocado una gran parte de esta inmensa fortuna que me llegó, sin yo saberlo entonces, cuando acababa de empezar la especialidad en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Salamanca, ya en la rama de filología románica, cuando oíamos decir: «ha llegado el nuevo profesor». Era el año 1952 del pasado siglo. Y esta fortuna, tantos años después, me acompaña todavía hoy. El entonces para nosotros «nuevo profesor» llegaba de Argentina donde desde 1948 había trabajado como director del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires y en el que dirigió la prestigiosa revista «Filología».
La tarea de «embajador de la lengua española» hace pensar, en una primera lectura, que debe referirse a un escritor, acaso a un profesor, pero, en realidad, esta vez se refiere a un maestro ya que además de todo lo relacionado con la lengua nos enseñó a ser personas mejores. Nos enseñó a conocer nuestra lengua, nuestro país, y en cierta manera nos ayudó también a buscar nuestras raíces.
Todos conocemos también que don Alonso enseñó en muchas universidades y que a todas ellas llevó aires nuevos. Lo hizo también en la de Salamanca cuando llegó desde Santiago de Compostela en la década de los años cuarenta llevando con él algo nuevo, todo aquello que le dio una Universidad en la que se formó y que tantas veces ha recordado. Para los estudiantes de aquellos años ya les fue embajador de lo nuevo como evoca José Luis García Rúa.
Veo en el programa que hay un apartado dedicado a don Alonso escritor y por ello no voy a referirme a cómo fue embajador de la lengua española desde la perspectiva de su obra escrita – científica o de creación – y a cómo tantas veces lo fue también de la lengua hablada que hemos «oído» a muchos de los personajes o personas de su obra. Mi rincón es en este programa de recuerdo es la tarea de don Alonso como embajador de la lengua española en las universidades del Norte de Europa.
He vivido muchos años en Escandinavia, casi la mitad de mi vida y he trabajado, sobre todo en las Universidades de Estocolmo y de Copenhague, con alguna tarea en las de Upsala y Odense.
ALONSO ZAMORA VICENTE Y SU RELACIÓN CON LAS UNIVERSIDADES ESCANDINAVAS. En realidad, antes de sus visitas a las Universidades de Estocolmo, Upsala y Copenhague, el magisterio de don Alonso era conocido ya en ellas, por diversas razones. No es casualidad que las personas pioneras de los estudios de español en estas Universidades de una u otra forma hayan estado siempre relacionadas con don Alonso. Ya antes de la existencia del Curso Superior de Filología para extranjeros don Alonso que enseñaba en la Universidad de Salamanca mantenía contacto con algunos de sus colegas nórdicos y estableció contactos nuevos con muchos de los visitantes nórdicos, estudiantes y profesores e investigadores. Yo entonces empezaba a trabajar como ayudante en su cátedra y recuerdo muy bien a los profesores del Norte. Los alumnos del Curso Superior de Filología tenían acceso a los cursos normales de la Facultad y muchos de ellos asistieron a los cursos que impartía don Alonso.
Pero no fue solamente este tipo de contactos. Por diversas razones al Norte habían ido algunos casi condiscípulos de don Alonso en sus años de la Universidad de Madrid, como fue el caso de Matilde Goulard.
Para Estocolmo primero y Gotemburgo después: Matilde Goulard de Westberg – Matica para sus amigos –. Don Alonso y Matica habían sido casi condiscípulos y eran amigos desde sus años en la Universidad de Madrid. Matica llegó a Suecia en 1938, al final de la guerra civil. En Estocolmo vivió alojada algún tiempo en la Legación española y trabajó como lectora de español en Estocolmo y más tarde cuando le ofrecieron un puesto en el Instituto de Estudios Iberoamericanos en Gotemburgo2 se trasladó allí y fue también profesora titular de español en la Universidad de la misma ciudad desde 1945. Ella junto con otro español, Ernesto Dethorey, fueron pioneros de los estudios de español en el Norte de Europa y defensores de los ideales de la República española. Ambos participaron activamente en la vida intelectual sueca y, sobre todo, potenciaron el conocimiento de España y del español en Suecia. El primer grupo de estudiantes de español en Suecia se examinó en 1952. Matilde Goulard fue, a través de don Alonso, mi primer contacto en Suecia. Después vino el de Ernesto Dethorey.
Con la Universidad de Upsala la relación existía primero a través de su amistad con Regina af Geijerstam y más tarde con Virgilio Bejarano y su esposa Marina Escanilla ambos procedentes de la Universidad de Salamanca; Marina discípula de don Alonso en la sección de Filología románica y Virgilio de la rama de Filología clásica. Llegaron a Upsala antes de que yo llegase a Estocolmo en 1961 y trabajaron ambos en la Universidad desde 1955 hasta 1967. Regina af Geijerstam fue además de romanista, una figura de nivel internacional como medievalista en relación con sus estudios sobre la Crónica de Fernández de Heredia, fue la impulsora de la romanística en Suecia y maestra de varias generaciones de hispanistas suecos.
Empezó en la docencia ya en 1945 y en 1948 enseñaba en la Universidad de Upsala. En 1976 tomó posesión de la cátedra de lenguas románicas en la Universidad de Estocolmo en la que sucedió al profesor Bertil Maler, quien había ocupado la primera cátedra de español en Suecia.
En relación con la Universidad de Copenhague el primer contacto se inició a través de Kirsten Schottlænder, quien había conocido también a Matica en los años en los que tuvo que trasladarse desde su Dinamarca natal a Suecia como consecuencia de la guerra. Entre los primeros discípulos de Kirsten Schottlænder estuvo Sven Skydsgaard, que ocupó la primera cátedra de español en la Universidad de Copenhague en 1968. Skydsgaard fue también discípulo de don Alonso en la Universidad de Salamanca en los años 1957 y 1958 y formó parte del grupo que existía en torno a don Alonso. El entusiasmo de Sven y sus colaboradores hizo posible la existencia del actual Departamento de Español en aquella Universidad. Sven nos dejó muy pronto. Don Alonso recordó sus años de estudiante en Salamanca y después los de catedrático y jefe del Departamento en el «Retrato», incluido en el libro que in memoriam le dedicamos amigos y discípulos y, finalmente yo he sido el último eslabón en esta cadena de contactos puesto que he trabajado en esa Universidad, como colega y amiga de Sven desde 1967 hasta el año 2000.
Los primeros trabajos de Kirsten Schottlænder fueron como traductora para lo que la capacitó su examen en 1951. Ya en la década de los 50 dirigía un programa para el aprendizaje del español en la radio danesa, «Lær spansk» en colaboración con un español F. R. Arias a quien yo conocí muchos años más tarde, cuando empecé a trabajar en la Universidad de Copenhague y
con quien me casé. La relación de Kirsten Schottlænder con la Universidad de Salamanca fuem en función del Curso Superior de Filología al que Kirsten debió asistir como uno de los primeros alumnos y a la que yo conocí, a través de don Alonso, en Salamanca al final de la década de los
Sería muy interesante hablar aquí de estas relaciones, largas, fructíferas, fieles, pero en el tiempo normado para cada intervención no cabe ocuparse de ello. Me limito a dar una noticia breve de la presencia de don Alonso como profesor visitante, profesor invitado en esta Universidades.
LAS VISITAS DE DON ALONSO A LAS UNIVERSIDADES ESCANDINAVAS
En Suecia: Estocolmo y Upsala
Mi trabajo en la Universidad de Estocolmo comenzó al final de 1961 a través de la relación de
don Alonso con el catedrático de español en aquella Universidad, Bertil Maler, medievalista y
titular de la primera cátedra de español en Estocolmo. Maler le escribió a don Alonso con el
deseo de tener allí un profesor español que fuese filólogo, que tuviese el título de doctor, que
fuese joven y con ganas de trabajar. Debería ocupar, en principio, el puesto de profesor de
Lengua y literatura en el Departamento. Después sus enseñanzas irían de acuerdo con las
Normas de Estudio del español. Parece que yo tenía el perfil solicitado y trabajé en Estocolmo
desde 1961 hasta 1967.
Pero antes de mi llegada a Estocolmo don Alonso había pronunciado conferencias en las
Universidades de Estocolmo y de Upsala.
No puedo referirme aquí con exactitud a sus visitas a estas universidades ya que no tengo a
mano el material necesario.
Con certeza estuvo allí en el invierno 1963-1964 como indican las fotos de nuestra visita a
Upsala. Pudo tratarse de una invitación del profesor Bertil Maler relacionada con la visita a
Upsala que me confirma Marina Escanilla. Pero ni ella ni yo podemos referir el origen concreto
de esta invitación. Lo cierto es que habló en ambas universidades para los estudiantes de
español. ¿Fue, acaso, una invitación relacionada con el Ministerio Español y el Instituto de
Cultura gestionada por la Embajada de España en Estocolmo? En este momento no tengo
posibilidad de documentarlo.
Las Universidades de Estocolmo y Upsala estaban muy bien comunicadas en lo referente al
español tanto por parte de los profesores suecos – en Upsala Regina af Geijerstam, en
Estocolmo Bertil Maler – como por parte de los españoles ya que Marina Escanilla y yo nos
conocíamos desde nuestros años de bachillerato y después en los de la Facultad. En aquellos años, ambas compartíamos las puestas en escena de obras de teatro que llevábamos a cabo
en nuestros respectivos Departamentos con nuestros grupos de estudiantes interesados en
ello
En Dinamarca: Copenhague
En 1967 Sven Skydsgaard en su visita a Upsala al catedrático de la Universidad upsaliense, B.
Hasselrot, con quien mantenía una estrecha relación maestro-discípulo se detuvo en
Estocolmo en cuya Universidad yo trabajaba y me propuso trabajar en la Universidad de
Copenhague en el proyecto de la Cátedra de español con el fin de poner en marcha el
Departamento de español. Acepté y en septiembre de 1967 me incorporé a la Universidad de
Copenhague en la que he trabajado hasta el año 2000.
La primera visita de don Alonso a Copenhague tuvo lugar en 1963, pero yo entonces vivía en
Estocolmo. Así que la noticia de su primera estancia la tengo por referencias, de los colegas a
los que conocí muchos años más tarde en Copenhague. Yo puedo hablar de sus otras visitas,
unas breves y otras de estancia más prolongada.
Cuando don Alonso fue a Copenhague en 1963 todavía no existía la cátedra de español, como
cátedra independiente, esto es, con autonomía propia. Pero ya existían los estudios de español
que dirigía Kirsten Schottlænder, como he indicado más arriba, Kirsten fue inspiradora y
pionera del estudio de español en Dinamarca, primero a través de la radio danesa, Danmarks
Radio, y después en la Universidad.
Kirsten Schottlænder fue invitada como profesora visitante a Estados Unidos en 1963-1964 y
en el semestre de otoño-invierno don Alonso fue a su vez profesor visitante en la Universidad
de Copenhague.
En aquel invierno copenhagués las clases de don Alonso tuvieron lugar en la casa de Kirsten en
la que se alojaba don Alonso. Los alumnos eran solamente un puñado de jóvenes estudiantes
de español ya en el nivel avanzado y a los que conocí más tarde como profesores de español.
La segunda visita de don Alonso a Copenhague tuvo un motivo distinto a la docencia y tuvo
lugar en 1980. Fue a recoger a María Josefa Canellada, su esposa, quien había sido invitada
como profesora visitante para hablar del asturiano, de los cuentos asturianos. Fue invitada por
nuestro Departamento en virtud del acuerdo bilateral entre España y Dinamarca.
Todos sabemos que el matrimonio Zamora-Canellada fue siempre embajador de nuestra
lengua y de nuestra cultura, hombro a hombro, en su ejemplar vocación de estudio y de
enseñanzas en sus áreas de trabajo diversas, pero tan cercanas.
La estancia de Mª Josefa Canellada en Dinamarca está recogida en el volumen in memoriam
que le fue dedicado por amigos y discípulos, María Josefa Canellada, 1913-19955
El curso tuvo lugar en el semestre de primavera, marzo-junio de 1980. De esta forma los
cuentos populares asturianos6
llegaron al Norte de Europa de la mano de su mejor
embajadora. Fue, que yo sepa, la primera vez que se oyó el bable en voces asturianas, en las
grabaciones que escuchamos y en la lectura de los cuentos que hizo la propia María Josefa.
Además llegó al Norte Asturias, la Asturias verde y siempre añorada de María Josefa a la que
dedicó, además de sus obras de creación, muchas de sus horas de estudio, tanto en el estudio
de la lengua como en el de su idiosincrasia, su situación que, en parte, explica el porqué de su
mundo mítico recogido por María Josefa Canellada a través de las historias de los hablantes
más ancianos7
.
En los coloquios que tuvieron lugar después de las conferencias, según nuestros planes de
enseñanza, pudimos saber que el trasgu asturiano tiene sus parientes en algún nise travieso y
que también los xanines hijos de las xanas eran cuidados por las mujeres del campo mientras
sus madres regresaban, lo mismo que sucedía con las elfinas8
.
No sé con seguridad si antes se había oído el bable en Escandinavia. Si fue así, fue de otra
manera distinta de cómo se escuchó en Copenhague. Y si se escuchó en Suecia fue por un
profesor sueco Aake W:son Munthe, el primer estudioso del asturiano cuyas Anotaciones
fueron las primeras observaciones sobre el asturiano y que pudieron leerse en castellano
gracias a María Josefa Canellada9
.
La embajada de María Josefa Canellada no terminó con los cuentos asturianos en su visita a
Copenhague en 1980. Todos conocemos sus estudios sobre fonética y sobre otros aspectos de
la lingüística. En relación con la fonética inicia su colaboración con el profesor danés John
Kuhlmann Madsen, encargado, entre otras materias, de impartir la enseñanza sobre fonética y fonología. En esta estancia trabajaron ambos y en 1987 terminaron su libro Pronunciación del
español. Lengua hablada y literaria10, utilizado no sólo en la enseñanza en las universidades del
Norte, sino en otras muchas.
La visita siguiente de don Alonso a la Universidad de Copenhague fue en 1984. Del 22-24 de
noviembre el Departamento de español organizó el Primer Coloquio Internacional sobre Tirso
de Molina, con la ampliación normal al tratamiento del teatro español del Siglo de Oro. Como
no podía ser de otra manera fue don Alonso quien me inició en el estudio del teatro de Tirso,
con el fin de que ampliase mi formación y no me quedase solamente en el estudio de la Edad
Media necesario para la elaboración de la tesis doctoral. Al marchar a Copenhague me encargó
preparar para su edición dos comedias de Tirso. En Copenhague se conocía bien a Lope de
Vega, a Calderón de la Barca, a Luis de Góngora, a otros autores españoles, pero menos a Tirso
de Molina. De algunos semestres dedicados con los alumnos al estudio del teatro tirsiano y del
interés de los alumnos que siguieron los cursos y escribieron sus tesis de licenciatura sobre
Tirso, salió la posibilidad de convocar este Coloquio Internacional bajo la dirección del
Departamento y con la colaboración estrecha e impagable de mi colega y amigo John
Kuhlmann Madsen 11. Don Alonso intervino con su conocimiento global, profundo, de la obra
y la sensibilidad de Tirso que se escapaba por toda su intervención centrada en Las quinas de
Portugal12. Era un lujo el poder hablar en esas fechas sobre el teatro español en el Norte de
Europa. Pero el terreno sí estaba abonado, tanto en nuestro tiempo como en tiempos
anteriores como nos enseñó el trabajo de John Kuhlmann Madsen13
Algo muy importante fue cómo en este breve e intenso tiempo del coloquio don Alonso nosn regaló su saber en todos los espacios intermedios, en los encuentros en la universidad, o ante un café o en las reuniones en nuestra casa de Copenhague, en la que mi marido y yo estábamos instalados desde 1974. Y, sobre todo, fue una fuente de inspiración para profesores y estudiantes.
Finalmente, don Alonso visitó la Universidad de Copenhague una vez más como profesor visitante invitado en virtud del acuerdo bilateral de intercambio Dinamarca-España para hablar de su novela Mesa, sobremesa.
Esta visita había sido planificada dentro de la programación de nuestros cursos habituales.
Según nuestra programación de la enseñanza, sobre todo para los estudiantes del Ciclo
Superior, el semestre de otoño de 1986 yo impartí un curso sobre «España en la transición
hacia la democracia (I) a través de la obra de Alonso Zamora Vicente» y tomé como base la
novela Mesa, sobremesa.
En el semestre de primavera de 1988 impartí la continuación del curso anterior «España en la
transición hacia la democracia (II) a través de la obra de Alonso Zamora Vicente». Para este
curso tomé como base una selección de su libro Vegas Bajas15 y alguno de los Cuentos de su
amplísima producción en el campo de este género.
Aquí termina la contribución directa de don Alonso como embajador de la lengua con su
presencia en Copenhague.
OTRO MODO DE SER EMBAJADOR DE LA LENGUA EN ESCANDINAVIA
Pero el oficio de embajador no terminó ahí, pues una de sus novelas Un balcón a la plaza16 ha servido como libro de lectura en la enseñanza del español en Dinamarca. Yo estuve casi segura siempre que de aquel balcón era uno que daba a la Plaza Mayor de Salamanca. Es un cuadro de costumbres provinciano con el que, una vez más, don Alonso recreó la vida de los años 50-60 del pasado siglo con su mirada entre divertida y desencantada de aquella Salamanca que era parte de su España. Esta novelita se ha utilizado también en Suecia y en otros muchos lugares en la edición de la serie de «Easy Readers / Lecturas Fáciles». Se trata de una serie de textos españoles e hispanoamericanos de diversos niveles de dificultad destinados a la
enseñanza media, a principiantes y al autoestudio – la editorial trabaja con ediciones en varias lenguas – y por tanto se trata de ediciones con ilustraciones y notas. Se edita bajo el
prestigioso sello de la editorial Aschehoug y su amplísima distribución tanto en Europa como en Estados Unidos.
Así que la embajada sigue viva como siguen vivos en nuestro andar el recuerdo y las enseñanzas de todos aquellos que nos han enseñado a hacer el camino.