Las siguientes notas son obra de Jorge Villegas Martínez: "La evolución de la imagen de España y los españoles en manuales de español editados en Suecia (1930-2007)". Universidad de Estocolmo, 2018.
Vi lär oss spanska [Aprendemos español] es un libro publicado en 1949 y escrito por Åke Grafström, Max Gorosch y Enrique Wretman y Vellvé. Al igual que el libro estudiado en el apartado anterior, se trata de un libro diseñado para un aprendizaje autodidacta de la lengua. A cada texto en español, que en las primeras lecciones va acompañado de su transcripción fonética, le siguen un glosario, un apartado sobre gramática, unos comentarios sobre elementos del texto, y, por último, la traducción del texto al sueco. En tres puntos del libro aparece un apartado de repetición con ejercicios.
Ilustraciones de Gunnar Brusewitz (1924-2004).
El libro parte de un diseño general de Enrique Wretman que realizó la mayoría de la sección fonética y revisó todo el trabajo. Åke Grafström se encargó de la gramática, los comentarios y las repeticiones, así como los glosarios e índices compilados, y discutió con Wretman y Gorosch los problemas que surgieron. Wretman es el autor de los textos e hizo la lista de países de habla hispana y revisó el trabajo.
La huella de Wretman está presente en el sentido del humor peculiar de los textos, en la historia de Paquita y Paquito (un francés casado con una española que viaja a España), con su visión de la mujer como caprichosa explotadora de las capacidades económicas del hombre. En la «huelga general» que se declarará según el periódico (1949). «Así es la vida» (texto 29) comienza:
Ayer, cuando estaba en el cine, encontré a mi prima Mercedes. No la había visto desde su casamiento Se casó hace un año con un capitán de Artillería. Él es hijo segundo de un conde muy conocido entre la aristocracia…
Destaca el retrato de «Juanito el calavera» (texto 35). La carta de Zacarías Zacatín (texto 38) en la que aparece don Armando Gresca, sablista profesional 1.
La representación de España y los españoles
La cubierta y la contraportada del libro están ilustradas con dibujos que representan tópicos españoles y principalmente resaltan lo pintoresco del país: un torero y un toro, un hombre con una boina cargando una cesta llena de uvas, un hombre con una vara a lomos de un burro, una mujer con un cántaro en la cabeza, dos curas con sotana y bonete paseando por una calle, un hombre elegante sentado en un café junto a un hombre rústico, una planta de agave y una vista de una aldea en la montaña (ver Anexo B). En la portada aparece de nuevo una imagen de un toro y un torero enfrentados.
Aunque los nombres de los personajes son españoles, pocas veces se indica su procedencia o nacionalidad, que podría ser de cualquier país hispanohablante, de manera que resulta difícil analizar la presencia de estereotipos relacionados con los españoles. En algunos textos se menciona Madrid o se habla de pesetas y céntimos, pero en otros se trata de pesos y centavos y se mencionan ciudades como Montevideo, lo cual indica que no todos los textos tratan sobre personajes de España. Además, las generalizaciones se presentan como universales, como en el siguiente ejemplo: “A todas las jóvenes les gusta recibir flores” (p. 71). Una excepción notable a esta falta de información es la presencia de noticias y cartas, presentadas como material auténtico, en que se habla de huelgas y de la mala situación económica de España.
Entre las lecturas abundan los diálogos más o menos humorísticos. Cierto número de textos tratan sobre Paquito y Paquita, un matrimonio acomodado que hace un viaje a España, de donde es Paquita. Paquito es presentado como un hombre adinerado y generoso que se desvive por su esposa, la cual es presentada como una mujer exigente, presumida y caprichosa, que así contesta a las reticencias de su marido: “¿Para qué tiene un marido dinero en el banco, si no es para tener a su mujercita contenta y para satisfacer sus pequeños caprichos?” (p. 218). Se trata de personajes estereotipados que muestran a la mujer supeditada económicamente al hombre.
La presencia de ciudades o regiones concretas
Las ciudades españolas que aparecen en los textos de Vi lär oss spanska (1949) son Barcelona, Madrid, Sevilla y Cádiz. Después de visitar las tres primeras, un personaje considera que ya ha visitado “las partes más interesantes de España” (p. 206). Sobre Barcelona se cita un extracto de la segunda parte de Don Quijote, donde Cervantes la describe como “archivo de cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos, correspondencia grata de firmes amistades y en sitio y en belleza, única” (p. 168). Se dice que las Ramblas “constituyen 19 una de las mayores atracciones de la ciudad, por la animación y el color pintoresco que allí reinan” (p. 175). Por su parte, Sevilla es descrita como “la maravillosa ciudad del Guadalquivir”, “llena de color, de alegría y de animación” (p. 199). Se dice que “presenta en verdad un aspecto en extremo pintoresco y armonioso”, y se cita el refrán “Quien no ha visto Sevilla / no ha visto maravilla” (p. 199). Con estas palabras se describe la ciudad: “Las calles son estrechas, las casas blancas, las gentes alegres y francas, el cielo de un azul purísimo y la manzanilla que allí se bebe una de las mejores bebidas del mundo” (p. 199). El protagonista del relato, un ciudadano extranjero, dice: “Me gustaría comprarme una casa en esta ciudad y venir a vivir aquí” (p. 199).
Fenómenos culturales asociados a España
Un español describe su rutina diaria e indica que desayuna a las nueve de la mañana, almuerza a las dos de la tarde y cena a las nueve de la noche (p. 53). Entre los personajes que aparecen en el libro en relación con fenómenos culturales destaca la figura del torero, que aparece dibujado de forma caricaturesca tanto en la cubierta como en la portada y en el interior del libro. En el caso de la portada se trata de la única imagen que acompaña al texto. Las corridas de toros son descritas como un espectáculo “muy emocionante” (p. 200) que despierta pasiones, y en ningún momento se problematizan. El protagonista del relato se niega a terminar de ver una corrida “al ver la furia con la que el animal atacaba” (p. 200).
- Wretman inventa también al conde de la Empanada, en su afición por crear nombres divertidos. O don Toribio Campiche, un señor panameño. ↩